El Huffington Post y El País se hacían eco del anuncio, difundido por la agencia francesa de noticias AFP, de que el presidente François Hollande prometía una nueva ley sobre el final de la vida para el próximo mes de junio, confieso haber tenido un sentimiento de alegría y, por qué no reconocerlo, de cierta envidia.
Vivimos tan malos tiempos para los derechos ciudadanos que el anuncio de una mejora, aunque sea en Francia, puede suponer un asidero de esperanza. Al fin y al cabo la historia nos enseña que ningún avance en derechos queda mucho tiempo confinado al Estado que lo reconoce sino que se extiende más o menos velozmente a su entorno cultural y político. Francia se sumaría así a la lista de países europeos que, como Holanda, Bélgica, Luxemburgo y Suiza, han legalizado la ayuda prestada para morir en algunas circunstancias.
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