La española Sonia Lafuente, de 18 años, accede al programa libre al acabar el corto en el puesto vigésimo segundo, con su mejor nota de siempre No va a luchar por medallas, no va a pelear entre las 10 primeras, pero Sonia Lafuente ya ganó para España algo insólito: un sitio en la elite mundial del patinaje artístico. "Lo que quería era terminar entre las 24 primeras, con eso, estos Juegos ya eran un éxito", dijo a Dpa la patinadora en la lluviosa noche del martes en Vancouver en que encandiló a la audiencia.
"!Soniaaaa!", le gritaron desde las tribunas tras su interpretación de 'Libertango', del argentino Astor Piazzolla, una actuación que le permitió quedar 22ª con 49,74 puntos y avanzar a la final del jueves. Y Sonia, morena de mirada profunda, sonrió hacia la tribuna, feliz de saberse querida en un ámbito en el que España es una presencia exótica, nunca vista.
Nacida hace 18 años en Las Palmas, en las Islas Canarias, Lafuente vivió desde sus dos años en Madrid. Amiga y compañera de equipo de Javier Fernández, otro héroe inusual del patinaje artístico, otra novedad en el panorama deportivo español. La puntuación lograda en Vancouver es su mejor actuación personal hasta el momento. Vigésimosexta en los Mundiales de 2009, décimoséptima en los Europeos este año y plata como juvenil en el Grand Prix de México en 2006, Lafuente asciende lento pero seguro.
En un país que sólo tiene 14 pistas de patinaje sobre hielo, es todo un logro que Lafuente y Fernández hayan tomado el testigo de Darío Villalba, hasta este año el único patinador artístico que España había llevado a los Juegos, los de Cortina d'Ampezzo de 1956.
"Apenas entré al hielo me olvidé de que era mi debut olímpico, me sentí igual que en los Mundiales y en los Europeos. Me he sentido bien, aunque cometí un par de errores. No he venido a buscar medallas", dice. Y sonríe.
La sonrisa es una de las mejores armas de Lafuente, entrenada por españoles, pero que cada verano se instala en Montreal para prepararse junto a Joannie Rochette, cuya madre murió el fin de semana pasado. Pese a todo, Rochette compitió.
La subcampeona mundial de la especialidad es la mayor esperanza de medalla canadiense en el patinaje artístico desde la plata de Liz Manley en Calgary 88. La noche del miércoles se movió por el hielo al ritmo de 'La Cumparsita', en una noche muy tanguera en los Juegos Olímpicos.
Cuando terminó, lloró. Las emociones eran demasiadas. Lafuente la entiende y la apoya. "Tomó su decisión, espero que gane una medalla. Unos Juegos Olímpicos en tu país es algo que sólo tienes una vez en la vida. Entrenamos juntas. Cuando nos vimos, simplemente la abracé".
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