-Biurny Peguero González, condenada por perjurio en Nueva York
-Pide perdón a su supuesto 'agresor', que ha pasado cuatro años en prisión
-Pide perdón a su supuesto 'agresor', que ha pasado cuatro años en prisión
-Lo nunca visto en los tribunales de Nueva York: una mujer finge haber sido violada, logra que metan en la cárcel a su supuesto “agresor” y al cabo de cinco años confiesa que todo fue una burda mentira, urdida de principio a fin para no quedar mal con sus amigas.
“Honestamente, señor juez, no tengo aún ni idea de cómo pude meterme en este lío...” Así arrancó la confesión de Biurny Peguero González, 27 años y madre de dos hijos, en el momento de reconocer su “pecado juvenil”. El magistrado Charles Solomon decidió condenarla a tres años de prisión por perjurio.
El falso “agresor”, William McCaffrey, ha salido entre tanto de la cárcel con el rencor acumulado durante casi cuatro años consumidos entre rejas: ‘Una persona que miente y le cuelga a alguien el estigma de violador es peor incluso que un violador o que un asesino”.
El caso de Biurny Peguero González saltó a grandes titulares en el 2005. La joven, que entonces tenía 22 años, acusó a McCaffrey de haberla violado a punta de cuchillo en una calle del Bronx. Ahora reconoce que el hombre de 33 años al que conoció esa misma noche se limitó a llevarla en coche a una fiesta.
Lo más increíble del caso es que Biurny Peguero González logró convencer a la policía, al fiscal y al jurado de que había sido violada con una más que dudosa evidencia: los mordiscos que tenía en los brazos y en los hombros y que atribuyó en su día al supuesto “agresor”.
La prueba del ADN demostró en el 2008 que nos existían restos del cromosoma Y masculino en esos mordiscos. Mientras el juez ordenó la revisión del caso, Biurny Peguero González pasó por lo que ella misma define como una “iluminación espirtual”. Le confesó su culpabilidad a un sacerdote, y de paso reconoció que los mordiscos se los habían causado sus propias amigas, enfadadas con ella por haberles dado “plantón” y haberse fugado en coche el tal McCaffrey, que trabajaba como albañil en el Bronx.
“Al señor McCaffrey quiero decirle que llevaré este sentimiento de culpabilidad durante toda mi vida y que no tengo palabras para expresar cuánto siento el daño que le he causado”, declaró ante el juez la impostora, vestida de impecable negro y maquillada a la perfección, consciente de su protagonismo ante las cámaras.
'Espero que pase por lo mismo que yo he pasado'
McCaffrey, que fue condenado inicialmente a 20 años por un delito que no cometió, le deseó a Peguero lo peor: “Espero que pase por lo mismo que yo he pasado (...) La violación es el peor delito posible en la cárcel”.
“Entiendo que debo pagar un precio por el mal que hice, pero pido al tribunal que considere el hecho de que, aunque merezco ser castigada, mi familia es inocente”, imploró Peguero, que asegura haber encontrado un nuevo sentido a la vida gracias a Dios.
El juez Solomon decidió apiadarse de la joven madre (se casó recientemente y su segundo hijo tiene tres meses) y dejar abierta la posibilidad de que pase tan sólo uno de los tres años en chirona, y el resto en libertad condicional. Solomon se preguntó sin embargo en voz alta cómo una mentirosa empedernida fue capaz de burlarse de todos de esa manera: “Se trata de uno de los peores casos que han ocurrido en nuestro sistema judicial”.
“Honestamente, señor juez, no tengo aún ni idea de cómo pude meterme en este lío...” Así arrancó la confesión de Biurny Peguero González, 27 años y madre de dos hijos, en el momento de reconocer su “pecado juvenil”. El magistrado Charles Solomon decidió condenarla a tres años de prisión por perjurio.
El falso “agresor”, William McCaffrey, ha salido entre tanto de la cárcel con el rencor acumulado durante casi cuatro años consumidos entre rejas: ‘Una persona que miente y le cuelga a alguien el estigma de violador es peor incluso que un violador o que un asesino”.
El caso de Biurny Peguero González saltó a grandes titulares en el 2005. La joven, que entonces tenía 22 años, acusó a McCaffrey de haberla violado a punta de cuchillo en una calle del Bronx. Ahora reconoce que el hombre de 33 años al que conoció esa misma noche se limitó a llevarla en coche a una fiesta.
Lo más increíble del caso es que Biurny Peguero González logró convencer a la policía, al fiscal y al jurado de que había sido violada con una más que dudosa evidencia: los mordiscos que tenía en los brazos y en los hombros y que atribuyó en su día al supuesto “agresor”.
La prueba del ADN demostró en el 2008 que nos existían restos del cromosoma Y masculino en esos mordiscos. Mientras el juez ordenó la revisión del caso, Biurny Peguero González pasó por lo que ella misma define como una “iluminación espirtual”. Le confesó su culpabilidad a un sacerdote, y de paso reconoció que los mordiscos se los habían causado sus propias amigas, enfadadas con ella por haberles dado “plantón” y haberse fugado en coche el tal McCaffrey, que trabajaba como albañil en el Bronx.
“Al señor McCaffrey quiero decirle que llevaré este sentimiento de culpabilidad durante toda mi vida y que no tengo palabras para expresar cuánto siento el daño que le he causado”, declaró ante el juez la impostora, vestida de impecable negro y maquillada a la perfección, consciente de su protagonismo ante las cámaras.
'Espero que pase por lo mismo que yo he pasado'
McCaffrey, que fue condenado inicialmente a 20 años por un delito que no cometió, le deseó a Peguero lo peor: “Espero que pase por lo mismo que yo he pasado (...) La violación es el peor delito posible en la cárcel”.
“Entiendo que debo pagar un precio por el mal que hice, pero pido al tribunal que considere el hecho de que, aunque merezco ser castigada, mi familia es inocente”, imploró Peguero, que asegura haber encontrado un nuevo sentido a la vida gracias a Dios.
El juez Solomon decidió apiadarse de la joven madre (se casó recientemente y su segundo hijo tiene tres meses) y dejar abierta la posibilidad de que pase tan sólo uno de los tres años en chirona, y el resto en libertad condicional. Solomon se preguntó sin embargo en voz alta cómo una mentirosa empedernida fue capaz de burlarse de todos de esa manera: “Se trata de uno de los peores casos que han ocurrido en nuestro sistema judicial”.
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